Razón crítica
El peligro de la desinformación y su impacto en el diálogo democrático. El caso de la universidad pública.
En la era de la información digital, las noticias viajan a una velocidad vertiginosa y con ello también lo hace la desinformación. El término Fake News ha ganado una relevancia crucial en los últimos años, haciendo referencia a noticias falsas o manipuladas, cuyo objetivo puede ir desde la confusión hasta la influencia directa sobre la opinión pública. Este fenómeno representa una grave amenaza para el diálogo democrático ya que distorsiona la realidad, fomenta la polarización y debilita la confianza en las instituciones. En este contexto, es necesario comprender cómo las Fake News afectan la calidad del debate público, utilizando como ejemplo el caso de las universidades públicas en Argentina y las falsedades difundidas respecto a sus auditorías.
¿Qué son las Fake News?
Las Fake News son contenidos informativos que, de manera deliberada, presentan datos falsos o manipulados con el fin de inducir a error a quienes los consumen. Pueden adoptar la forma de noticias sensacionalistas, titulares engañosos, imágenes o videos editados y falsificaciones completas de hechos. Lo más peligroso de estas noticias es que, al estar diseñadas para viralizarse, logran penetrar en el debate público con rapidez y eficacia, alimentando prejuicios y divisiones sociales.
A diferencia de los errores periodísticos, que pueden corregirse, las Fake News se producen con la intención explícita de engañar. Esto no solo desinforma a la sociedad, sino que también deteriora los procesos democráticos, al generar una ciudadanía menos informada y más propensa a ser manipulada. Al no contar con una base de información verificada, los debates públicos pierden calidad y las decisiones que derivan de ellos (ya sea en elecciones o políticas públicas) tienden a ser menos acertadas.
El peligro de las Fake News para la democracia.
En una democracia saludable, el acceso a información veraz es clave para el ejercicio ciudadano. Los votantes deben poder formar opiniones basadas en hechos reales para tomar decisiones que impacten en su vida cotidiana y en el futuro de su país. Sin embargo, cuando la información se ve contaminada por noticias falsas, los ciudadanos toman decisiones basadas en mentiras o en distorsiones de la realidad. Esto erosiona la legitimidad de los procesos democráticos y genera una espiral de desconfianza hacia las instituciones.
El problema se agrava con el auge de las redes sociales, que funcionan como amplificadores de estos contenidos falsos. Plataformas como Facebook, X o WhatsApp se han convertido en terreno fértil para la diseminación de Fake News, en parte por la falta de regulación efectiva y la viralización inmediata que permiten. Al no haber mecanismos que frenen de manera oportuna la difusión de noticias falsas, estas llegan a millones de personas, generando un impacto duradero en la opinión pública, incluso cuando se desmienten.
Las Fake News en Argentina: el caso de las universidades públicas.
Un ejemplo claro de cómo las Fake News pueden influir en el debate público en Argentina es la desinformación respecto a las auditorías de las universidades nacionales. En el último tiempo, circularon una serie de noticias y comentarios en redes sociales, muchos de ellos fomentados desde el oficialismo, que afirmaban que las universidades públicas, particularmente la Universidad de Buenos Aires (UBA), no eran auditadas de manera adecuada o que existía un manejo opaco de sus finanzas. Estas afirmaciones no solo son falsas, sino que además buscan desprestigiar a estas instituciones educativas tan importantes para el país.
La realidad es muy distinta: las universidades nacionales están sujetas a un estricto control y auditoría dentro del marco normativo vigente. La Auditoría General de la Nación (AGN), un organismo encargado de auditar al Estado en su conjunto, es la responsable de revisar las cuentas de las universidades. En el caso particular de la UBA, la última auditoría realizada por la AGN finalizó en el año 2023, tal como se puede corroborar en la página web del organismo. Además, las universidades cuentan con auditorías internas cuyos responsables son elegidos por cuerpos colegiados, garantizando transparencia y pluralidad en el control de sus finanzas.
Es importante destacar que el control financiero de las universidades no se limita a estas auditorías. El Ministerio de Capital Humano, a través de la Subsecretaría de Políticas Universitarias, recibe mensualmente una rendición de ingresos y gastos por parte de las universidades. A su vez, dos veces al año, estas instituciones remiten al Ministerio de Economía (Contaduría General de la Nación) sus estados contables y cuadros de cierre, que detallan la totalidad de los recursos y erogaciones del periodo. Esta serie de mecanismos de control financiero desmiente rotundamente cualquier acusación de falta de auditoría o transparencia en la gestión de las universidades públicas.
El impacto de la desinformación en la educación pública.
El debate en torno a las universidades públicas no es un caso aislado, sino que forma parte de una estrategia más amplia de desinformación que busca minar la confianza en instituciones clave para el desarrollo de la sociedad. Las Fake News sobre la falta de control en las universidades generan una percepción errónea de que estas instituciones son ineficientes o corruptas, cuando en realidad cumplen con todos los controles establecidos por la ley. Este tipo de falsedades no solo perjudican la imagen de las universidades, sino que también afectan el acceso a la educación de calidad, al generar dudas sobre el uso de los recursos públicos destinados a este fin.
En última instancia, la proliferación de Fake News sobre las universidades públicas tiene un impacto directo en el diálogo democrático. Cuando se introduce desinformación en el debate sobre políticas educativas, se obstaculiza la posibilidad de que los ciudadanos tomen decisiones informadas y se promueve la desconfianza hacia uno de los pilares fundamentales del Estado, la educación pública.
Las Fake News constituyen una amenaza real para la calidad del diálogo democrático, ya que siembran confusión, polarizan a la sociedad y erosionan la confianza en las instituciones. En el caso de Argentina, la desinformación en torno a las auditorías de las universidades públicas es un ejemplo claro de cómo estas noticias falsas pueden distorsionar el debate público y perjudicar el funcionamiento de instituciones clave para el desarrollo social y educativo.
Es fundamental que, como ciudadanos, nos tomemos el tiempo de verificar la información que consumimos y compartimos y que las plataformas de comunicación asuman una mayor responsabilidad en la lucha contra la desinformación. Solo a través del acceso a información veraz y confiable podremos fortalecer el diálogo democrático y construir una sociedad más justa y equitativa.
Julián Lazo Stegeman