Psicología
Actos Fallidos
Desde el psicoanálisis, el acto fallido se considera una producción del inconsciente, es decir, un medio, un canal o vía por la cual logra expresar algún tipo de información que estaba “reprimida”. El término acto fallido fue introducido Sigmund Freud (1856-1939) y lo considera como una manifestación del inconsciente que entra en conflicto con la intención consciente del sujeto. Así, a través de ese choque de “intereses” se desencadena el síntoma, es decir, a través de este acto fallido que un deseo inconsciente emerge en la consciencia.
El sostiene que son actos psíquicos, que se constituyen como portadores de sentido y están íntimamente conectados con dos intenciones contrapuestas, la consciente y la inconsciente.
Así, el acto fallido se puede definir como el medio a través del cual el inconsciente logra poner de manifiesto los deseos que se encuentran depositados en él.
Además, se suelen conocer también como lapsus, operaciones fallidas, deslices en el habla y/o la memoria. Todos ellos constituyen errores que la persona no se puede explicar a sí misma ni a terceros, dado que muchas veces no es consciente de lo que ha sucedido.
Ante la presencia de este tipo de actos, es común que las personas se pregunten acerca de los motivos particulares que los llevan a cometer este tipo de errores, pero en muchos casos es difícil encontrar una razón lógica para explicarlo. Esto se debe a que el origen de los actos fallidos proviene del inconsciente y todo el contenido alojado allí opera como algo inexplicable y contradictorio para la consciencia.
Se podría explicar como un deseo o intención del inconsciente que ha encontrado, mediante el acto fallido, una forma de comunicarse. Podría decirse, también que así se traiciona a la conciencia que, ante su presencia, se muestra confusa o desconcertada. Es entonces como el sujeto puede encontrarse con su propio deseo inconsciente a través de un acto fallido. Sin saber nada sobre ello, puesto que su intención consciente nada tenía que ver con lo ocurrido.
Este tipo de acciones parecen, en principio, contradictorias o conflictivas, ya que enfrentan la voluntad de estas dos instancias psíquicas -la conciencia y el inconsciente-. Sin embargo, los actos fallidos presentan una dicotomía en su definición, dado que en realidad constituyen un logro. ¿Por qué? Básicamente, la razón yace en que a partir de ellos la persona logra expresar -” sacar”, en un lenguaje coloquial- algo que tenía reprimido y que, en algunos casos, podría estar perjudicándola. Es importante destacar que existen diversos tipos de actos fallidos, ya que la información o experiencia que se encuentra reprimida se puede expresar de distintas maneras. Si bien todas se relacionan con deseos, pensamientos o experiencias que están alojados en el inconsciente, la realidad es que en cada persona se puede exteriorizar de una forma diferente, de acuerdo a las características particulares que tenga.
Manifestaciones verbales: Hacen referencia a expresiones producidas en el habla, de las cuales la persona puede o no tomar conciencia en el momento en que éstas aparecen. Es común que las personas digan lo opuesto a lo que en realidad querían decir, que tengan errores en la pronunciación o que reemplacen las palabras por otras que no se relacionan estrictamente con la idea que la persona quería expresar.
Aparecen como errores al momento de leer o escribir; son equivocaciones que pueden ponerse de manifiesto junto con las manifestaciones verbales.
Por ejemplo, puede ocurrir que al leer en voz alta, la persona intercambie una palabra por otra, pronuncie mal una palabra o cree un neologismo producto de la intención de leer la palabra adecuada en combinación de una palabra asociada a un pensamiento.
También puede ocurrir que, al momento de escribir, un pensamiento irrumpa en la conciencia y el sujeto escriba una palabra relacionada con éste en lugar de lo que quería y/o debía escribir. Son llamados también lapsus linguae, o sea cuando se quiere decir una cosa pero termina diciéndose otra. Como el caso reciente de un conocido político que, cuando quería decir “Lo que nosotros hemos hecho es no engañar a la gente”, terminó diciendo lo contrario. El lapsus linguae no es la única forma de acto fallido. A esta categoría también corresponden los lapsus de escritura y de lectura, los lapsus de escucha, los olvidos inexplicables, la pérdida de objetos, los accidentes absurdos y todas las acciones que se mueven dentro de esta lógica. Manifestaciones en la audición: Refieren a oír algo distinto a lo que se ha dicho, y sin manifestar ningún tipo de problema auditivo. Tiene que ver con el hecho de creer escuchar algo diferente a lo que la otra persona ha dicho.
Suele ocurrir que la persona se muestre convencida de haber escuchado algo que nada tiene que ver con lo que ese otro ha dicho. O bien que al intentar asociar conscientemente qué tendrá que ver lo que escuchó con lo que dijo esa otra persona, abandone dicho intento.
Manifestaciones en la memoria, el olvido: Este tipo de manifestaciones están relacionadas con las lagunas mentales, con el hecho de no recordar algo que sucedió. Pueden olvidarse nombres propios, fechas, acontecimientos, palabras, eventos o citas, hechos o situaciones. Este tipo de olvido tiene un carácter momentáneo y transitorio, no siendo permanente.
En realidad, se trata de “actos logrados”. Lo que ocurre es que se impone en la realidad un deseo más profundo y auténtico de la persona, frente a un deseo más débil y superfluo. Pero la persona desconoce ese deseo que había en lo profundo de sí mismo y que solo emerge con el acto fallido que revelará la verdad. No son actos fallidos esas acciones que realizamos sin darnos cuenta, pero que no entrañan ningún tipo de contradicción. Por ejemplo, tararear una y otra vez la misma canción, jugar con un bolígrafo sin un propósito determinado o garabatear sobre una servilleta mientras hablamos. Esos actos reflejan lo que hay en nuestro subconsciente, pero no son fallidos porque no muestran un conflicto entre lo que se desea hacer y lo que se hace. Lo primero que nos dice un acto fallido es que hay una verdad reprimida que lucha por salir a la luz. ¿Por qué ha sido reprimida tal verdad? Sencillamente porque se trata de algo que incomoda o asusta a la persona que la experimenta. El contenido de esa verdad es rechazado conscientemente, pero sigue persistiendo en el subconsciente, o sea ponen conflicto a la persona, es un ataque directo a eso que llamamos “yo”. Lo que revela exactamente es lo que ese yo no es. Revela también que ese “yo” no es una entidad plenamente coherente, sino que, en realidad está hecho de contradicciones e inconsistencias. Que, aunque creamos conocernos muy bien, existe un territorio de nosotros mismos que escapa a la conciencia.