Psicología
Dificultades en la audición
En todo el mundo, existen alrededor de 466 millones de personas que sufren pérdida de audición discapacitante, de las cuales 34 millones son menores de edad (Organización Mundial de la Salud, 2019).
Esta condición no solo afecta el aspecto físico o funcional de las personas, sino que tiene repercusiones en su salud mental.
Por ello, es importante considerar el impacto psicológico que la hipoacusia o pérdida auditiva genera en aquellos que la padecen.
Este conocimiento es vital para poder entender a aquellas personas que la experimentan, y así diseñar estrategias que les ayuden a adaptarse a la realidad que están viviendo. La hipoacusia ocupa el tercer puesto entre las patologías que involucran discapacidad crónica.
Por lo que es posible afirmar que el conocimiento de sus causas y repercusiones es una cuestión de salud pública. Por lo tanto, conocer sus efectos en la vida psíquica de quienes la padecen es un asunto de interés global.
La hipoacusia es la pérdida de la capacidad auditiva, total o parcial. Existen diversas clasificaciones de ella. La organización Mundial de la Salud, reconoce distintos niveles de severidad: leve, moderada, severa y profunda. Sin embargo, esta institución también hace la distinción entre personas ‘con pérdida auditiva’ (hipoacusia) y personas ‘sordas’ (hipoacusia profunda o cofosis), siendo estas últimas las que han perdido la audición casi por completo o de manera definitiva.
Por otro lado, esta puede ser clasificada según su origen en congénita y adquirida; o por sus efectos en unilateral si solo afecta un oído, y bilateral si afecta a ambos.
Hipoacusia congénita: Se refiere a la pérdida de la audición al momento del nacimiento o poco después. Esta puede deberse a factores hereditarios o complicaciones en el embarazo y el parto
De entre 1 y 2 de cada 1000 personas recién nacidas tienen una discapacidad auditiva severa o profunda. Por ello, el tamizaje auditivo neonatal es una práctica cada vez más común en todos los países del mundo. El impacto psicológico ocasionado por la hipoacusia congénita está relacionado con los obstáculos que la ausencia de audición genera en el desarrollo integral del individuo, así como a la estigmatización que estas personas deben de enfrentar desde muy pequeñas. Fenómenos que pueden afectar de manera notable su salud mental, si no reciben el apoyo de un tratamiento adecuado que les ayude a desarrollar sus capacidades de comunicación y adaptación social.
Hipoacusia adquirida: Es la pérdida de la audición a cualquier edad, debida a factores externos. Algunas de las variables más comunes son: Enfermedades infecciosas. Presencia de líquido en el oído (común en la infancia). Exposición a ruido excesivo o elevado. En la actualidad, los casos de hipoacusia ocasionada por ruido son cada vez más frecuentes y se presentan en sujetos cada vez más jóvenes. Desafortunadamente, algunos receptores neurosensoriales en el oído pueden ser destruidos de un 30% hasta un 50% antes de que cualquier pérdida de audición sea detectada, lo que obstaculiza el tratamiento oportuno de este tipo de lesiones ocasionadas por el ruido.
El impacto psicológico originado por algún tipo de hipoacusia adquirida, se presenta en relación con la causa del padecimiento, así como la edad y circunstancias del sujeto. No obstante, siempre se vive un proceso de pérdida, así como un doloroso periodo de readaptación que, si no son bien llevados, pueden conducir a la persona a trastornos clínicos como depresión o ansiedad.
Al obstaculizar la comunicación, la hipoacusia puede afectar de manera importante la forma en que los sujetos interactúan con su medio. Esto, debido a que la audición cumple varias funciones a nivel social. Entre ellas encontramos: Controlar el medio que lo rodea a partir de la información que recibe por medio de señales sonoras. Captar e interpretar señales de alerta e integrarse socialmente a través de la interacción y aprendizaje espontaneo dentro de un entorno determinado.
Una situación que amerita atención especial es el caso de la pérdida de la audición en la tercera edad. Se calcula que una tercera parte de las personas mayores de 65 años en el mundo padece hipoacusia en algún grado (Organización Mundial de la Salud, 2019).
Esta puede deberse a distintos factores externos como enfermedades infecciosas, ruidos o disposición genética; sin embargo, en la mayoría de los casos, es ocasionada por un fenómeno biológico natural llamado presbiacusia. Este consiste en los cambios de las estructuras auditivas centrales y periféricas relacionados al proceso de envejecimiento.
La pérdida de la audición en este periodo puede ocasionar un gran número de efectos negativos en la calidad de vida de quien la padece. Entre los más comunes encontramos:
Alteraciones en la comunicación, debidas a la dificultad de la persona para participar en las conversaciones. Mayor predisposición al deterioro cognitivo general y la demencia. Sensación de soledad. Pérdida de independencia. Predisposición a accidentes. Trastornos del estado de ánimo. Deterioro de las funciones cognitivas como la memoria y la atención. Irritabilidad y ansiedad. Deterioro de las relaciones interpersonales. Depresión, ansiedad, desconfianza e inseguridad, agresividad provocada por la frustración
Un factor que dificulta la atención de este tipo de personas, es el hecho de que tanto la pérdida de audición, como los fenómenos mentales asociados, se consideran popular -y erróneamente- como cambios normales de la vejez. Razón por la que los familiares suelen dejar desatendidas las necesidades de muchas personan en la tercera edad.
La detección de todas estas dimensiones revela la fuerte necesidad de un acompañamiento psicológico que ayude a la persona con hipoacusia a sobre llevar esta condición, sin importar la edad, el origen del padecimiento o el grado del mismo.
Además, es importante destacar que la presencia de cualquiera de estas manifestaciones se puede ver acentuada de manera importante en personas cuya pérdida de la audición no haya recibido atención. Este hecho pone de manifiesto la importancia de un modelo de intervención integral y multidisciplinario para el tratamiento de este trastorno, ya que el impacto psicológico de la hipoacusia se ve potenciado por el nivel de discapacidad que este padecimiento signifique para el individuo.