Psicología
Hablemos de saudade, la nostalgia.
En nuestra última comunicación tratamos la abuelidad, que hoy atraviesa, con más y con menos y con mucha generalidad, a quienes transitamos nuestra juventud en la década de los años setenta. Les confieso que al escribir la nota sentí nostalgia de aquella etapa y por ello decidí tratar con ustedes, justamente, los rasgos generales de ese sentimiento, que en la música portuguesa expresa el fado y que los brasileños nominan con la dulce voz de saudade
Saudade es una palabra de origen portugués muy particular, no tiene traducción literal en otras lenguas, pues se trata de un concepto complejo y de mucha ambigüedad. Ni siquiera la Real Academia Español pudo elaborar un concepto verdaderamente integro sobre la palabra Saudade. Existen muchas interpretaciones sobre su formación, una de las más conocidas es la que asegura que el vocablo portugués proviene del vocablo latín solitate, cuyo significado es soledad, otras teorías afirman que se deriva de otras palabras en latín como solu o soidade, que involucra solitud, mientras que otros autores aseguran su posible relación con la palabra de origen árabe saudá, que transmite melancolía, desánimo o mal de corazón.
El termino portugués Saudade recoge una cantidad de sentimientos intensos, ese sentir de quien ha perdido algo que no volverá, un peso que se anida en el pecho, un sabor agridulce, es amor y tristeza, así de profunda y aguda es la palabra Saudade.
Una palabra que sin duda ha sido inspiradora para muchos, como el portugués escritor y político Manuel de Melo, famoso personaje del siglo XVII, quien describió el significado de saudade como “bien que se padece y mal que se disfruta”.
Esta palabra es utilizada tanto en portugués como en gallego, y ha sido introducida en el español de la misma forma, es decir sin traducción, ya que no se ha encontrado una palabra realmente parecida que pueda expresar lo mismo, pues curiosamente, en el mismo portugués no ha logrado ser tan preciso con su definición ni saber dónde procede concretamente. Otro vocablo: Morriña, es una palabra muy popular en el gallego, y muchas personas la suelen confundir con saudade o la usan como sinónimo de esta, pero en realidad estas dos palabras trasmiten sentimientos completamente distintos, se define como tristeza, melancolía y está relacionada con la tierra natal o una persona que está lejos. Así que básicamente es añoranza por esta alejado de un lugar especial y querido. Por su parte saudade implica un sentimiento de mayor trascendencia y ambigüedad, porque además de añoranza o melancolía expresa anhelo por algo que está unido al inmenso afecto que se siente por este.
En fin: quien experimenta la saudade no está hundido en la tristeza, sino que siente la nostalgia de haber perdido algo. Aunque, aquí viene el matiz, es bien consciente de añorar algo que ya nunca volverá. Siente nostalgia de Lima, quien vive en París y desea regresar. Pero con la saudade los lazos con el pasado se han roto. Como no hay una palabra en español que sea exactamente así, saudade se incorporó a nuestro diccionario y también al gallego. Es un sentimiento muy relacionado con la contemplación del paisaje que, como dijo Unamuno refiriéndose al gallego, es un “nido incubador de morriñas y saudades”. Es quizás la palabra que le viene mejor a la definición Víctor Hugo: “¿Quién no se ha sentido conmovido añorando su infancia mientras pasea por los escenarios de su niñez? ¿Quién no se ha recreado con cierto placer en la tristeza serena? No es lo mismo esa sensación de ligero desasosiego que la de quien no puede salir de la cama porque todo le recuerda un pasado que lo inmoviliza. En Nicaragua y Costa Rica hay una palabra que equivale muy probablemente a la saudade. Es el idioma de los boleros, ha dicho Sergio Ramírez. Cabanga proviene de kaobanga, término africano, o quizás de una lengua perdida de los indígenas que habitaron Costa Rica. En cualquier caso, unos u otros ya conocían esa curiosa sensación de tristeza tolerable que nos inunda ante la perdida de un amor, de una tierra o de un aroma que perteneció a un tiempo pasado que ya nunca volverá. Si la tristeza no es muy intensa sino serena, puede que hasta nos guste estar un poco acabangados de vez en cuando.
El fado es la expresión más conocida internacionalmente de la música portuguesa. En el fado se expresan los malos momentos de la vida a través del canto. Generalmente es cantado por una sola persona, acompañado por la «viola» y la guitarra portuguesa. Los temas más cantados en el fado son la melancolía, la nostalgia o pequeñas historias del diario vivir de los barrios humildes, pero especialmente el fatalismo y la frustración. Dicen unos que esta música nostálgica y profunda, estas canciones desgarradas, nacieron hace siete siglos, cuando los árabes vivían en la colina del castillo de San Jorge de Lisboa. Argumentan que el fado tiene parecido con la música popular del norte de África en sus prolongados quejidos y en el tratamiento de lo cotidiano. Otros piensan que el fado es más joven y se cantó, por primera vez, en alguna vieja taberna de Alfama, Graça o Mouraria, alguna noche triste del siglo XIX. Documentalmente sólo se comprueba la existencia del fado a partir de 1838, aunque hay quien identifique su origen con los cantos de las gentes del mar, inspirados en la soledad, la nostalgia y los balanceos de los barcos sobre el agua. Todos hemos vivido nostalgia en más de una ocasión. Es un sentimiento que surge cuando echamos la mirada atrás y recordamos buenos tiempos, momentos de nuestras vidas en las que éramos felices o, al menos, eso es lo que creemos ahora. ¿Por qué la psicología de la nostalgia está invadiendo nuestro día a día durante el confinamiento? Parece que la pandemia ha hecho que experimentemos un viaje a nuestros aspectos internos más olvidados, leemos libros antiguos, vemos series viejas, sagas juveniles de nuestra adolescencia, rescatamos la PlayStation, retomamos clases de guitarra o revisamos nuestras antiguas fotografías, el porqué de esta 'regresión' está directamente relacionada con los sentimientos de incertidumbre, miedo, ansiedad y desconcierto que estamos experimentando la mayoría de la población en esta crisis sanitaria que nos ha obligado a permanecer en casa durante semanas. Existen determinados momentos en los que nos sentimos estancados y sin avance alguno como ha ocurrido durante la cuarentena. A eso, debemos sumarle que es una etapa en la que experimentamos situaciones con altas dosis de estrés y ansiedad que no solo repercuten en la salud mental del presente, sino también del futuro a largo plazo. Ahí entra en juego la regresión al pasado como mecanismo de defensa: esto provoca que en muchas ocasiones nos ayude volver al pasado y recordar etapas y momentos felices; digamos que regresamos a esos estadios de bienestar para sobrellevar mejor la situación actual y sentir impulso. Se recurre a un mecanismo de defensa que nos permita conseguir un equilibrio.
“En el ocaso de la disolución, todo se encuentra iluminado por el aura de la nostalgia.” (Milán Kundera)